“Un gran tigre Blanco
y su escalera a la Luna”
Hace muchos años existió un hermoso Tigre Blanco, segundo
hijo de una familia de Tigres amarillos con rayas negras, pero él nació blanco
como la nieve pero también con rayas negras, vivía libre en la selva, le
gustaba saltar de un árbol al otro y pasar tiempo con sus amigos.
Su hogar era una cueva modesta hecha por sus padres,
suficiente para la familia de Tigres. Los papás Tigres hicieron afuera de su
cueva un gran charco de agua para que sus pequeños puedan jugar y chapotear a
cualquier hora del día.
El pequeño Tigre Blanco era inquieto, juguetón, valiente,
travieso, fantasioso y creativo. Vive trepado de los árboles más altos,
saltando de una rama a otra, jugando todo el día, imaginando como será el día
siguiente de divertido, planificando como convencer al resto de sus hermanos
para hacer una gran escalera que lo lleve a la Luna.
Sus hermanos no ven la vida como él se las cuenta, son más
precavidos y racionales, les gusta jugar con él, pero se sienten cansados y
fatigados al llegar la tarde, mientras que él hermoso Tigre Blanco sigue
maquinando su llegada a la Gran Luna Llena, se ve en la obligación de contar sus
planes de una manera que cautive a todos, tanto así que se mete en una fantasía
tan maravillosa que cautiva oírla, así, hace amigos de otras especies y les
engancha en sus fantásticos planes para hacer su escalera. Sus aliados para la
construcción de una enorme escalera fue un “Oso Perezoso” que tenía muchas
dudas de todo pero más grande era su curiosidad y su cariño a su nuevo amigo,
una “Ardilla Parlanchina” que confiaba en los brillantes planes y que le
gustaba opinar en cada fase y un Águila analítica, que era la voz de la
responsabilidad. Juntos crearon un gran clan de amigos inseparables.
Los grandes amigos empezaron la construcción de su escalera,
juntaron por varios días palos y sogas que la selva amorosamente les regalaba,
cada noche al acostarse el Tigre Blanco contaba a su familia las anécdotas del
día, pero la familia no muchas veces le creía, pensaban que eran fantasías de
su pequeño hijo. Pero el pequeño Tigre Blanco cada noche continuaba sus
fantásticas historias, agregaba a sus relatos detalles mágicos para captar más
atención. Así pasaron los días, las semanas y los meses y las historias eran
cada vez más mágicas para él.
El gran clan de amigos, construyó la escalera deseada por
mucho tiempo, un día cuando pensaban que estaban a punto de llegar a la gran
Luna Llena llegó una manada de elefantes al vecindario y por accidente destruyeron
con sus grandes patas la delicada escalera que subía al cielo. Fue un momento
muy triste para todos, el pequeño tigre blanco perdió la ilusión de llegar a su
ansiada Luna Llena, lloró por muchos días, estaba frustrado y sentía que nadie
entendía su gran dolor. Todo el mundo le decía que no era tan importante ese
incidente y que no era para tanto, a él le dolía aún más que sus padres no hayan
visto su gran escalera que casi llegaría al cielo, tantos días y meses de
hablar de su gran trabajo y no lo vieron.
Así pasaron los meses, que parecían años en la vida del
pequeño Tigre Blanco, y se fue acostumbrando a ver los palos y sogas de su
escalera botados y rotos, a nadie parecía importar, todo el mundo siguió su
vida cotidiana, incluso el adoptó llevar una vida tranquila, no tan creativa ni
aventurada, seguía jugando con sus amigos, aunque en el fondo se sentía molesto
con todos, seguía llegando cada noche a su casa a relatar sus historias, a
veces inventaba historias fantásticas para captar más atención y a veces
simplemente las contaba como fueron.
Poco a poco el Tigre Blanco fue desarrollando un miedo a
construir o hacer cualquier cosa, ya no se creía capaz de soñar.
Paso el tiempo, el Tigre creció, sus amigos hicieron sus
vidas, sus hermanos se fueron a vivir a nuevas selvas, sin embargo el no se
alejo mucho.
Una noche despejada, el ahora Gran Tigre Blanco, contemplaba
la Luna, una Luna que aún no brillaba plenamente, en el silencio de la selva,
se acercó muy despacio un elefante y se echó a su lado.
El Elefante le dice: yo te conozco, tu eres el soñador que
contaba fantásticas historias acerca de una escalera que le llevaría a la Luna
Llena, verdad?
El Tigre Blanco lo regresa a ver con asombro y le responde:
- Si, ese era yo.
-
¿Que paso con tu escalera? seguro te tomo
trabajo armarla nuevamente, en mi manada siempre se habló de ello. Pensamos que
quizás la volviste a armar.
-
No, no lo hice.
-
¿Porque?
-
Creo que no era tan importante, dependía de mis
amigos para empezar y ya no quisieron hacerlo, con el tiempo me olvide de ello.
-
¿Y que estas haciendo ahora?
-
A veces cuando la Luna se está haciendo grande,
vengo a contemplarla.
-
O sea, no lo has olvidado..
-
Olvidado de que?
-
De tu gran sueño, no pretendas que los demás
entiendan tus sueños, nunca lo harán, ya que eso te pertenece a ti, no por
malos o por hacerte daño, simplemente no son sus sueños, son los tuyos…
Así pasaron muchas lunas después
de la conversación y cada cierto tiempo se encontraban para hablar.
Un buen día el Gran Tigre Blanco no apareció más en su habitad,
paso el tiempo y muchos se preguntaban que había pasado con él, no era usual
que no regrese a casa.
Su familia y sus amigos lo esperaban siempre en el mismo
lugar donde él contemplaba a la Luna, hasta que un día de Luna Llena miraron al
horizonte y sobre la montaña más alta de todas pudieron ver la silueta de su
valiente, creativo y fantasioso Tigre Blanco alcanzando su soñada Luna Llena.
María José Sáez
Dedicado a mis hermanos David y Ana