Muchos
mitos se vinieron abajo el momento que tuve a KHALEESI entre mis brazos.
Siempre
me hablaban de lo horroroso que era convertirse en madre, empezando con lo
terrible y doloroso que podía ser un parto normal, solo recordaba el relato de
parto de mi mamá y automáticamente me hacía a la idea de que si iba a tener
hijos lo haría por cesárea. Mucho escuché de las malas noches, del poco o nulo
tiempo que iba a tener para mi, de los llantos, de los gases, de los berrinches,
de NO acostumbrar a mi bebé a mis brazos, de cómo debo hacerlo dormir en su
cuarto desde que nace...
Confieso
que antes de ser mamá me aterraba la idea de tener una vida llena de todas estas
cosas de las que casi todo el mundo me habló...
Bueno,
hoy cumplimos 1 año y 4 meses desde que empecé a maternar y creo que debo
compartir algo de este camino, aunque sea un poco, como retribución y gratitud
a la vida.
¿Algo
cambió desde que nació Khaleesi?
Cambió
todo, si, TODO.
Y
doy gracias a la vida porque recién a mis 33 años todo tiene sentido, encontré
de cierta manera las respuesta a tantas preguntas, tengo un nuevo sentido de
vida, por primera vez me enfrente a mis sombras de la manera más real, más dura
y más consciente.
Mi
parto fue una experiencia sublime, de otro mundo, que no tuvo nada que ver con
lo que cuentan las pelis, los relatos de mi mamá, de mis amigas o de los
libros. No,
nada que ver. Mi parto fue el encuentro con el lado animal del que nadie me
habló. Khaleesi supo cómo y cuándo salir de mi, en sus tiempos, con su gran
fuerza y sabiduría pero a través de mi cuerpo, un cuerpo que la sintió, la
cuidó, la vio crecer por exactamente 40 semanas. Y como mujer de Luna que es,
esperó a su Luna Llena para ver la luz.
Si,
el parto fue doloroso, pero eso no fue realmente lo importante ni es un punto
que resaltar, fue necesario para tenerla en mis brazos; no se si fue largo o
corto, eso tampoco importa, una vez que entras en ese camino el tiempo pierde
sentido, normalmente estamos tan acostumbrados a los horarios, a medir los
objetivos con cronómetro, a saber que de tal hora a tal hora debe pasar tal
cosa, pero cuando entras en este trance de tiempo sin tiempo tu vida, a la cual
estás acostumbrada, se derrumba.
Cuando
mi Khaleesi salió sentí que me partí en dos. Y al reflexionar hoy digo que si,
me partí en la mujer que era antes del parto y en la mujer, mamífera, madre que
soy ahora. Nunca más me uní.
Mi
cuerpo, mi mente, mi María José de antes del parto quedó quizás en esa cálida y
amorosa sala de parto. Allí empecé a romper mitos e historias, desde las 2am de
un 15 de noviembre.
No
recuerdo muchas cosas de mi parto, pero recuerdo muy bien cuando Khaleesi
salió: la cargue en mi pecho, piel con piel, nos miramos, nos conocimos de otra
manera, ella tan serena, viéndome, reconociéndome, sintiéndome de otra manera,
juro que nunca en toda mi vida he tenido un momento de tanta paz como en ese
instante. Ella salió, me miró y el mundo en el que vivía se transformó....
Es
verdad que el minuto en que miras y sientes por primera vez a tu hijo renaces
de muchas maneras, y mucho de ti se transforma en otro ser.
Yo
elegí tener un parto distinto a lo que el mundo me había enseñado, mi
corazón me lo pedía, lejos de hospitales, lejos de camillas, de prácticas
protocolares, de gente desconocida. Nos aventuramos a elegir parir
respetuosamente, acompañada de mi mejor amigo: mi amado esposo, que me cuido y me
sostuvo sin desmayo, que me brindó seguridad y amor desbordante en los momentos
más difíciles y desconocidos, el hombre que estaba también por convertirse en
padre, el padre de Khaleesi, el hombre al cual también le cambió la vida, el
hombre que cortó el cordón umbilical que unía madre con hija para luego bañarse
con ella y reconocerse como papa-bebé.
Como
todo lo que Khaleesi trae a mi vida, así de mágico y bello, conocimos a la
Sammy, mi Sammy, una mujer maravillosa que fue mis ojos, mis brazos, a ratos mi
razón, fue mi luz en el parto y hoy, 1 año 4 meses después, sigue iluminado
nuestros caminos.
Si,
definitivamente soy otra mujer, soy otra persona, mi encuentro con la maternidad
despertó un nuevo propósito de vida, quizás el que siempre busqué.
Ahora no importa a donde me
lleve el camino, siempre regreso a mi paz, a mi luz, a mi Khaleesi.